El ambiente político en el departamento del Magdalena se encuentra en plena efervescencia ante la cercanía de las elecciones atípicas para la Gobernación.
Lo que inicialmente parecía una contienda predecible ha tomado un nuevo rumbo, luego de que en las últimas horas empezaran a circular en redes sociales imágenes y mensajes de respaldo a Rafael Noya por parte de varios sectores que hasta hace poco se identificaban con el movimiento político liderado por Carlos Caicedo.
Estas adhesiones han generado diversas lecturas en el ámbito político. Algunos sectores señalan que el caicedismo aún mantiene una estructura fuerte, respaldada por el control burocrático en hospitales, instituciones educativas y entidades descentralizadas del departamento.
No obstante, fuentes cercanas a los movimientos internos indican que varios actores de esa misma estructura estarían iniciando diálogos con Noya, lo que reflejaría una fragmentación importante en el bloque que ha gobernado el Magdalena en los últimos años.
La candidatura de Rafael Noya ha cobrado fuerza como una opción que busca representar un nuevo ciclo político, basado en la reconciliación, la unidad y el trabajo conjunto entre los distintos sectores del departamento. Su mensaje ha calado especialmente entre antiguos aliados del caicedismo que hoy manifiestan sentirse distanciados por diferencias internas, tanto laborales como personales.
Una reciente encuesta publicada por un medio local de Santa Marta posiciona a Noya con una intención de voto del 64 %, frente a un 31 % del candidato Jorge Agudelo, quien es visto por muchos como el representante directo del Caicedismo.
"En ese orden de ideas, la gente no está comiendo de cuento con entregas de universidades, ni de hospitales y muchos menos de carreteras paupérrimas que a los meses ya se están averiando.
La gente lo que quiere y anhela es que haya unión y solidaridad entre todos, más no rencores ni odios, es hora de transformar al departamento" , indicó un habitante de Fundación, Magdalena.
Más allá de nombres y colores, lo que está en juego en esta elección es el modelo de liderazgo que los magdalenenses desean para los próximos años: uno centrado en la continuidad del proyecto actual, o uno que propone reencontrarse desde el diálogo y la inclusión.