Por Vilbrum Edward Tovar Peña
Siempre he tenido profundas diferencias con los estilos autocráticos y personalistas de hacer política. Creo que esa escuela de formación se encuentra hoy atravesada por una tormenta mar adentro, con la alerta de que varios botes salvavidas sigan zarpando al agua con auxiliares y marineros de la nave, donde su capitán pierde el control del timón a cada instante por el mal manejo y gestión de sus emociones.
Ante el mar de equivocaciones generadas por las ambiciones y el egocentrismo, la vejez y el deterioro del león herido, surgen nuevos cachorros dispuestos a tomar la conducción de la manada. Se percibe una renovada esperanza y desafío en todo el territorio del Magdalena con el surgimiento de nuevos liderazgos.
Cuando en la praxis prevalece el culto a la personalidad y la satisfacción de caprichos personales, los simpatizantes y militantes serios del proyecto, al percatarse de esta cruel realidad, migran hacia espacios donde libremente puedan ejercer y materializar con autonomía sus contradicciones, sueños y convicciones. La esencia de la política es la contradicción de tesis; pero cuando se experimenta que lo plasmado en el papel es contrario a lo que se hace, la militancia, aun relajada y arrodillada, se rebela, se desengaña y toma distancia.
En el Magdalena, hay hechos que son muy ciertos e innegables.
El despilfarro de un capital político de cierto sector debe analizarse con realismo y autocrítica. Este imperio político con emperador propio y súbditos, después de lograr una base social ciudadana amplia y muy propia, con un color asociado a una economía moderna, hoy parece que su estilo se asimila a una fruta ácida en estado de descomposición moral y ética, que ya nadie quiere paladear. Hasta están pensando en cambiar de color como estrategia renovadora, aunque lo anterior dejó una estela de frustración en una generación que se resiste a perder su perspectiva de cambio y progreso porque creen en él.
Desde la transformación de la Universidad del Magdalena se inicia un logro, aunque a un costo político demasiado alto, porque se privatizó y refundó en la época en que los liderazgos de izquierda fueron perseguidos y casi extinguidos, en esa significativa alma mater, que coincidió con el primer Gobierno de Álvaro Uribe Vélez.
La alcaldía de Santa Marta le permite mostrar algunos avances que le ayudan a exhibir parte de una gestión de maquillaje en su afán de llegar bien arreglado a la fiesta de los resultados.
Hoy, Santa Marta, en víspera de sus quinientos años, luego de su estilo y modelos de gobiernos que la gobernaron durante 12 años, se encuentra carente de agua y con una red de acueducto y alcantarillado totalmente insuficiente, con su sistema de recolección de basuras destrozado, lo que nos tiene al borde de un colapso ambiental y sanitario. Se ha intervenido la principal empresa de servicios públicos de la ciudad para tratar de salvarla.
Durante sus administraciones se dieron licencias y disponibilidad de servicios públicos en lugares como las orillas de rondas hídricas de quebradas como la Tamacá en el sur del Rodadero y, hasta ilegalmente, en las rondas hídricas del río Gaira y Manzanares.
Finalmente, el balance resulta siendo más preocupante que positivo. Redimible hoy, sin dejar de mencionar las obras que lideraron jóvenes promesas de progresismo como Abrahán Katime y Hugo Paternina. Al primero le debemos la construcción de la moderna plaza de mercados y mariscos de la ciudad de Santa Marta, y la satisfacción de prestar atención a cuadros juveniles con una inmensa vocación de liderazgo, creatividad, soporte moral y ético en sus ejecuciones en proyectos en el territorio, que se apartaron por múltiples razones, algunas desconocidas, de su proyecto primigenio.
Destacamos asimismo figuras de la política como Jaime Avendaño, la brillante, dinámica e inteligente exalcaldesa de la localidad uno Melissa Martínez Parodi y otro significativo número de jóvenes profesionales como Luis Guillermo Rubio, Andrés Correa, Carlos Bonilla y Mateo Acosta, quienes prometen ser parte de la tendencia significativa del nuevo partido político Pacto Histórico, con la base social más grande de la vida republicana del país.