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El llantero samario que pasó de la muerte a la vida: un rin lo impactó y le destrozó parte del rostro y hoy cuenta su milagrosa historia

El llantero samario que pasó de la muerte a la vida: un rin lo impactó y le destrozó parte del rostro y hoy cuenta su milagrosa historia

A veces, la vida se detiene en un segundo, pero el amor, la fe y la esperanza se niegan a soltar la mano de quienes luchan por regresar. Luis Leyva Granados, un querido llantero de la comunidad, vivió en carne propia ese milagro que pocos pueden contar.

El pasado 15 de junio en el barrio Once de Noviembre en Santa Marta, mientras trabajaba como lo ha hecho durante décadas, un rin salió disparado con fuerza inesperada e impactó directamente su rostro. El golpe fue brutal. Luis cayó de inmediato, inconsciente, y fue trasladado de urgencia al hospital, donde los médicos determinaron que su estado era crítico.

Fue ingresado a la Unidad de Cuidados Intensivos, donde permaneció durante dos largos meses, debatiéndose entre la vida y la muerte.

"Fueron los días más difíciles de nuestras vidas. No sabíamos si iba a despertar. Pero nunca perdimos la fe", expresó con la voz entrecortada Diana Leyva, su hija, quien no se separó de su lado en ningún momento.

Contra todo pronóstico médico, Luis abrió los ojos. Respiró por sí mismo. Sonrió. Volvió a vivir.

Un milagro que la ciencia no puede explicar

"Mi papá es un milagro de Dios", dijo Diana, abrazando una foto de su padre durante sus días en el hospital. “Los doctores nos decían que estuviéramos preparados para lo peor, pero nosotros estábamos preparados para orar, para esperar y para creer. Y aquí está, vivo”.

La recuperación ha sido lenta pero constante. Luis ya comenzó a hablar, a moverse por sí solo y, sobre todo, a reencontrarse con su familia, que lo recibió entre lágrimas y abrazos el día que fue dado de alta.

El hombre tras el oficio

Luis Leyva es más que un llantero. Es un hombre conocido en su barrio-Manzanares- por su generosidad, por su ética de trabajo, y por nunca negarle un favor a nadie. “Siempre estaba dispuesto, siempre con una sonrisa”, recuerdan sus clientes y vecinos.

Un mensaje de vida

Desde su cama de recuperación, Luis pronunció sus primeras palabras para su familia: “Gracias por no dejarme solo. Y gracias a Dios, porque me dio otra oportunidad”.

En un mundo donde las malas noticias suelen ganar los titulares, historias como la de Luis Leyva Granados nos recuerdan que los milagros existen, que la fe mueve montañas y que a veces, incluso después del golpe más duro… se puede volver a nacer.