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Estudiantes del Centro Acuícola y Agropecuario del SENA, ubicado en la vía a Gaira en Santa Marta, expresaron su inconformidad ante la decisión de la entidad de suprimir la ruta de transporte.
Más de 900 jóvenes se verían afectados, muchos de ellos pertenecientes a poblaciones vulnerables.
Los aprendices del Centro Acuícola y Agropecuario del SENA, ubicado en la zona rural de Gaira, al sur de Santa Marta, viven momentos de incertidumbre tras conocerse una directriz que reduciría el presupuesto destinado al servicio de transporte escolar.
La medida, implementada por la Dirección General del SENA, reemplazaría las rutas actuales por una transferencia económica mensual de 100 mil pesos.
A simple vista, la medida parece una alternativa viable. Sin embargo, para más de 900 estudiantes —entre ellos jóvenes de sectores rurales, madres cabeza de hogar, población afrodescendiente e indígena— esta ayuda resulta insuficiente para cubrir los costos reales de transporte, especialmente en una zona donde los accesos son precarios y los caminos en mal estado.
“La mayoría de nosotros vivimos en zonas apartadas, y el trayecto a pie implica cruzar trochas peligrosas que pueden poner en riesgo nuestra integridad”, aseguró uno de los aprendices, que prefirió no ser identificado. Además, resaltó que no todos los estudiantes tienen recursos para asumir un transporte alternativo todos los días.
Vulnerabilidad y deserción escolar
La situación no solo compromete la seguridad de los jóvenes, sino que también pone en riesgo la continuidad de su formación. Muchos estudiantes han manifestado que, de mantenerse esta nueva modalidad, tendrían que abandonar sus estudios por no poder costear los desplazamientos diarios.
“El SENA nos exige asistencia diaria, pero nos quita las herramientas para poder cumplir. No es justo que se hable de educación incluyente si no se garantiza el acceso”, denunció otra aprendiz.
Los estudiantes señalan que la medida contradice la misión del SENA de ofrecer educación gratuita y accesible a toda la población, especialmente a los sectores más necesitados. En ese sentido, la eliminación de la ruta de transporte no solo afecta la asistencia, sino que se convierte en un factor de exclusión educativa.
Advertencia de protestas
Ante el silencio de la administración frente a sus reclamos, los aprendices no descartan tomar medidas más drásticas. A través de voceros estudiantiles, han advertido que podrían llegar al cierre temporal del centro de formación como mecanismo de presión para exigir la restitución del servicio de transporte.
“No queremos llegar a eso, pero si no somos escuchados, no nos dejan otra salida”, aseguraron en un comunicado que circula entre la comunidad estudiantil.
Inversión sin garantías
La polémica se agrava si se tiene en cuenta que, en años recientes, se han realizado significativas inversiones en la infraestructura del centro de formación de Gaira, con el propósito de atender a más de 4 mil jóvenes cada año. No obstante, sin un sistema de transporte eficaz, esta infraestructura corre el riesgo de convertirse en una promesa incumplida.
¿Qué sigue?
Hasta el momento, la dirección del SENA no ha emitido una respuesta oficial frente a la inconformidad estudiantil. Mientras tanto, los jóvenes exigen que se mantenga la ruta de transporte o que se establezca una alternativa realmente efectiva que no comprometa su seguridad ni su derecho a la educación.
La comunidad samaria también ha comenzado a expresar su respaldo a los estudiantes, solicitando a las autoridades locales y nacionales que intervengan en la situación. El derecho a la educación no puede estar condicionado por barreras económicas ni geográficas, insisten los voceros.
