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¿Está acabada Fuerza Ciudadana tras la anulación de Rafael Martínez?

¿Está acabada Fuerza Ciudadana tras la anulación de Rafael Martínez?

Por: Duván Herazo/ columnista voluntario Informativo El Morro

¿Qué ocurre cuando una fuerza imparable se encuentra con un objeto inamovible? A la luz de los recientes acontecimientos políticos en el Magdalena, parece que nos acercamos a esa paradoja. Desde hace más de dos décadas —es decir, en lo que va del siglo XXI— dos grandes fuerzas, aparentemente antagónicas, se disputan el control de las instituciones más poderosas de Santa Marta: la Alcaldía y la Gobernación.

Hasta hace poco, las cifras ponían al movimiento Fuerza Ciudadana, liderado por Carlos Caicedo, a la cabeza del dominio político en el distrito y el departamento.

Sin embargo, los resultados de las elecciones a la Alcaldía (2023–2027) y la reciente inhabilidad del exgobernador Rafael Martínez parecen mostrar que esta “fuerza imparable” aún no ha encontrado cómo desarticular del todo el “objeto inamovible” que representan las élites tradicionales del Magdalena.

La democracia, sin embargo, tiene sus vaivenes. Carlos Caicedo comenzó su carrera política de la mano del Partido Liberal, es decir, aliado de las mismas casas políticas que luego enfrentaría. El conflicto que se originó entonces —por el control del erario público y el acceso a los cargos de poder— ha marcado la vida institucional de Santa Marta durante las últimas dos décadas.

En ese enfrentamiento, Fuerza Ciudadana ha sufrido varios reveses, pero también ha mostrado una notable capacidad de resistencia. Paradójicamente, uno de los golpes más fuertes que ha recibido hoy es protagonizado por el mismo Rafael Martínez, quien ya había sido suspendido durante el gobierno de Iván Duque por supuesta participación en política.

A pesar de ello, en 2018 Caicedo logró posicionarse en la consulta presidencial de la izquierda —en la que compitió junto a Gustavo Petro— un éxito que lo catapultó a la Gobernación del Magdalena y a la Alcaldía de Santa Marta en 2020.

En esa consulta, Petro se refirió a Caicedo como “un marginal de la política”. Hoy, esa frase cobra relevancia. Fuerza Ciudadana ha tomado distancia del presidente y de su coalición, el Pacto Histórico.

Esta separación ocurre en un momento de fuerte reconfiguración del poder local: el movimiento naranja ha perdido su personería jurídica, la Alcaldía, la Gobernación, influencia en la Asamblea Departamental y el Concejo, y el control de al menos una edil en las Juntas Administradoras Locales.

¿Significa esto que Fuerza Ciudadana está acabada? Creerlo sería precipitado. A pesar de los reveses institucionales, su base militante sigue activa y su discurso aún resuena.

Las cifras lo respaldan: en las elecciones a la Gobernación, obtuvo 336.057 votos frente a los 102.647 de su contendora. En la Alcaldía, su candidato Agudelo Apreza logró 85.504 votos frente a los 85.222 del actual alcalde, Carlos Pinedo Cuello.

Estos números demuestran que el movimiento sigue teniendo un caudal electoral considerable. No obstante, ese apoyo se dio con el respaldo de sectores como el Polo Democrático, la Unión Patriótica, el Partido Comunista y una facción de la Colombia Humana.

Hoy, todos estos actores están comprometidos con la creación del Partido Unitario del Pacto Histórico. ¿Volverán a respaldar a Fuerza Ciudadana en futuras contiendas o preferirán lanzar sus propias candidaturas? Todo indica que lo segundo es lo más probable.

Así las cosas, el movimiento fundado por Caicedo enfrenta una encrucijada: resistir los embates del poder tradicional mientras decide si rivalizar o reconciliarse con la fuerza que hoy gobierna el país.

¿Abandonará su postura revanchista y se sumará a la estrategia unitaria del Pacto Histórico? Imposible saberlo aún. Pero los próximos meses serán decisivos para saber si logra rehacerse o si estos golpes marcan el inicio de su declive definitivo.

Adenda: La invitación a un acercamiento está abierta. Así lo ha dicho el precandidato Gustavo Bolívar.

Y el propio presidente Petro ha salido en su defensa, en un intento claro de tender puentes con un sector que, sin duda, sigue siendo determinante para cualquier proyecto progresista en la región.