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Cajicá llora a Valeria: la niña con síndrome de Down cuyo caso destapa dudas y exige justicia

Cajicá llora a Valeria: la niña con síndrome de Down cuyo caso destapa dudas y exige justicia

Con lágrimas, flores blancas y una multitudinaria caravana, Cajicá despidió este 31 de agosto a Valeria Afanador, la niña de diez años con síndrome de Down que estuvo desaparecida durante 18 días tras perderse en su colegio. Su cuerpo fue hallado el viernes en una zona cercana al río Frío, en Cundinamarca, y su despedida se convirtió en un clamor colectivo de justicia. 

 

“Muy triste con esta lamentable noticia, de ver que día a día hay niños que mueren inocentemente. ¿En qué país estamos?”, lamentó una habitante que acompañó el cortejo, reflejando la indignación y la impotencia de toda una comunidad. La familia, entre el dolor, agradeció a los organismos de socorro que participaron en la extenuante búsqueda. 

 

Hipótesis: la muerte no fue un accidente 


 

Las pruebas que sugieren un presunto homicidio son examinadas por la Fiscalía. Los videos que Noticias Caracol publicó son parte del material esencial, en los cuales Valeria es vista yendo y viniendo por una valla de arbustos en el Gimnasio Campestre Los Laureles justo antes de su desaparición. Nunca regresó a la escuela después de la última vez que cruzó. 


 

El gobernador Jorge Rey aseguró que la zona donde apareció el cuerpo ya había sido inspeccionada desde el inicio, lo que hace “improbable” que el cadáver permaneciera allí todo el tiempo. Por eso, la investigación se enfoca en la posibilidad de que alguien hubiera ayudado o inducido a la niña a salir del plantel, para luego raptarla. 
 

El colegio, en la mira 


 

El Gimnasio Campestre Los Laureles defendió sus protocolos de seguridad en un comunicado y reiteró su disposición de colaborar con la justicia. Sin embargo, la institución enfrenta serios cuestionamientos. El abogado Julián Quintana, representante de la familia, anunció que pedirá su cierre definitivo, al considerar que el colegio “no reúne las condiciones mínimas de seguridad” y que su infraestructura presenta graves fallas. 
 

“No solamente permitió que Valeria se desapareciera y fuera asesinada, sino que no es un espacio seguro para ningún estudiante. En las próximas horas radicaremos la solicitud formal”, aseguró. 


 

Una herida abierta en Cajicá 


 

La comunidad continúa consternada y reclama respuestas. Los pobladores, entre la tristeza y el enojo, sienten que el caso de Valeria desnuda revela no solo la negligencia institucional, sino también lo vulnerables que están los niños ante un sistema que debería protegerlos. 


 


 

En Cajicá, mientras la familia clama justicia, el nombre de Valeria ya se convirtió en símbolo de una lucha más grande: que ningún niño vuelva a desaparecer en un lugar donde se supone debería estar seguro.